El pecado que cometí
Autorretrato de 2011
Es común escuchar que todos están hartos de las historias
de Bullying, de los mártires que solo cuentan relatos para aumentar el tráfico por
medio de compasión. Hoy no vengo a poner cara de huérfano recién abandonado, no
estoy hoy aquí por lástima, soy afortunado de tener una familia enorme que
siempre me ha aceptado como soy, una de la que no me ha negado nada sentimental
y de la que hacen parte también personas a las que el destino me unió con lazos
ajenos a la genética.
No vengo con el fin de tocar corazones insensibles, mucho
menos a crear conciencia sobre los erróneos en etapa terminal, vine a pararme
frente a las personas como yo, las que pasaron o pasan por el paisaje de la
vereda asignada en común. Por ellos estoy aquí, como prueba de que las cosas
por más que no queramos si pueden llegar a estar peor; pero que llenar de luz
el agujero en que vivimos es posible.
Mi pecado
Con todo lo que mi aspecto físico merecía de la boca de
los demás, solo lograba sumar nudos al engorde de mi ser, pensar en todo el panorama
creaba ansiedad, solo se anestesiaba comiendo.
Sé que soy culpable, más no el único de los que me llevó al
tormento.
Educados más por los medios de comunicación que por sus
padres, los niños y adolescentes a los que aún no les llegan la ética y valores
importantes para un buen comportamiento, se ven limitados a rechazar, juzgar y
burlase de lo que está lejos a su idea de normalidad.
Un pasquín de vulnerable se estampó en mi frente, la
carnada perfecta para el matoneo que se enamoró de R. Pronto llegaron junto a
la represión y auto represión, la depresión, los deseos de decir chao a la
existencia y Ana, la princesa que me llevaría a la perfección o directo a
problemas mayores.
Si, ahora lo acepto, intenté dejar de comer muchas veces;
información al respecto hay por montones en Internet. “Cómo sobrevivir tomando
agua” “Cómo hacer creer a todos en la mesa que comiste sin hacerlo” “Como
esconder la comida del plato en la ropa y el cabello” “Cómo hacer
compartimentos en la ropa para esconder el jugo del almuerzo” “Cómo disimular y
combatir el olor a descompuesto de tu habitación por guardar comida en el
closet o bajo la cama” son solo algunos de los encabezados de las muchas
entradas en blogs sobre Ana y Mía que encuentras en los lugares más superficiales
y menos profundos de Internet.
Por fortuna la conciencia pudo hacerme desistir de la
idea después de muchos intentos fallidos, alguien cercano había amistado con
Ana; así que la familia mantenía muy alerta, así fue como los fantasmas de las
consecuencias de este tipo de prácticas se apoderaron del entorno y me
ayudaron a decir No. Todo por pasar a tiempo, pero no todos corren la misma
suerte, vi desaparecer personas que quería, fueron desintegradas en su
totalidad por los trastornos alimenticios, esas personas que nunca me juzgaron,
que me apoyaron y me ayudaron a dar la espalda a Ana, morían acribillados por
la misma.
Entre 2007 y 2008 no solo me cambié de colegio a un instituto después de
un intento desesperado por gritar ¡NO MÁS! (Luego de llegar a mi casa con un
brazo descompuesto porque una de las idiotas victimarias decidió convertirme
por fin en lo que ellos creían que era, una piñata, ese día les dio por hacer
fiestas, me agarró a palo.) Llegó la tecnología a mi vida social, en un momento
en que pensaba solo servía para hacer tareas, conocí personas increíbles,
libres de prejuicios, con una definición de amistad bastante clara, fue ahí que
Internet empezó a cambiar la realidad para bien, ahora por fin tenía vida
social, empecé a encontrar expertos en mis temas de interés con ánimos de
enseñar, ahí fue que inicié lo que considero mi formación universitaria, con un
grupo de esos amigos empecé a trabajar en los gustos que teníamos en común,
fundamos nuestro propio medio de comunicación.
En ese momento empecé a ver Internet como todo, menos
como algo perteneciente a la palabra ocio. Solo había un problema, el
sedentarismo que venía incorporado en el kit, si bien fue oportuno para lograr
por fin ser feliz y lograr respirar tranquilo, afuera del escritorio continuaba
evolucionando el caos, odiaba tener que regresar a mi existencia, no poder
vivir dentro del ordenador dejaba de ser un solo bonito pensamiento para
mutarse en una terrible tortura.
Mi colegio anterior era público, el nuevo privado y desde
el respeto digo que el nivel educativo se sentía hasta al respirar, no solo
había silencio, se respiraba paz, todo era muy limpio, tranquilo, las clases
eran personalizadas, en un salón había poca gente, el entorno con que me
encontré fue con el más cercano que pude llegar a estar de la universidad. La
primera semana transcurrió con normalidad, mejor de lo que me pude esperar al
cambiar de ambiente, a los estudiantes los caracterizaba la cortesía, me dieron
una cálida bienvenida, los profesores se ofrecieron a darme tutorías en las
tardes para poder nivelarme a los que serían mis nuevos compañeros. Eran casi
en su totalidad los mismos con los que me gradué de kínder, también había entre
ellos un amigo con el que estudié la primaria, Mario, ese tipo de personas que
jamás le dará a uno la espalda y era parte del grupo de lo más cercano a
bravucones, así que estaba tranquilo de no regresar a ser un buen candidato a
piñata.
Desafortunadamente, mis cualidades a la hora de
socializar son nulas, no tardó mucho el grupo en darse cuenta que no tenía un
comportamiento normal, casi todos me pasaron desapercibido, pero cuando pensé
que mi camaleónica forma de ser no molestaría a nadie, llegó el síndrome de
intruso nuevo al salón, ellos siguieron con sus vidas, yo solo por ahí con la
mía. En ese momento no me sentí rechazado, la forma que ellos tenían de hacerlo
no comprometía mi cuerpo al ser expuesto a agresiones como en el anterior
colegio, al menos esa fue la idea que quise poner frente a mí, nadie molestaba
a nadie, eso me hizo feliz.
Pero es muy difícil irrumpir en un entorno sólido sin
levantar un poco de polvo que solo atraerá la atención, es difícil ser aceptado
en un grupo que lleva varios años de consolidar su amistad, eso chocó por
momentos en algunos estudiantes, pero nada llegaba más lejos que demostrarse
incómodos, cosa que me hacía sentir mal, si había algo que yo quería por debajo
de todo, era ser culpable de perturbar a las personas que hasta el momento no
se habían portado mal con migo.
Un mes después me hice amigo de Cristian y Carolina, los
que se convertirían en mis mejores amigos hasta un año después del PROM, mi
relación con Mario transcurrió como si nunca se hubiera interrumpido, el simple
hecho de tener como amiga a Carolina (una de las tres únicas chicas de los 11
estudiantes de curso, que además eran casi las que mandaban), aseguraba un
poco de tranquilidad, en su presencia nadie me molestó, me sorprendió el
sentido de pertenencia que tenían todos por el grupo, el valor de familiaridad
era enorme, todos muy unidos para todo, nunca había tenido la posibilidad de
vivir algo parecido en la vida real, era como lo que vivía en Internet, pero de
manera física.
Dos meses después me estrellaría con la realidad que no
todo puede ser color de rosas, uno de los chicos (El bravucón mayor) se enamoró
de mi, sería el encargado de patrocinar la continuación de la carrera del
bullying en mi persecución, iniciaría algo que finalizó en el último año de
clases los últimos dos meses.
Lo peor que paso en ese primer año de nuevo colegio
aparte de ganarme el perdido amor del bravucón mayor, fue algo que jamás
esperé, en el segundo receso de un día cualquiera, estaba sentado en mi pupitre
escribiendo un borrador de lo quesería mi próxima editorial para el medio de
comunicación que ahora tenía con mis amigos y del que además era director.
Había un grupo de compañeros en que se encontraban las
tres chicas y no recuerdo quién más, ellos hablaban de algo a lo que no le
presté atención, de repente sentí que se quemaba mi cabeza, el ardor era
insoportable, me paralicé al tiempo en que ellos guardaron silencio, solo
quería entender que pasaba, no sé cuánto tiempo esperé para tocarme, mis dedos
quedaron blancos, alguien vació un liquid paper completo sombre R, no podía
creer que todo había retornado a ser como antes, estaba de reingreso al
infierno.
Retirarme la costra seca luego fue más tortuosos, la coordinadora me
dijo que había sido María Del Mar, una de las chicas, ahí ya estaba la mamá,
ella misma se delató, su moral la abatió, jamás se volvió a comportar mal con
migo (La perdoné, no porque me pidiera perdón ella muchas veces o porque me lo
pidiera su propia madre. El episodio jamás lo voy a olvidar, pero en mi corazón
no hay lugar para rencor.).
En 2009 llegaron quienes serían mis nuevos mejores
amigos, los audífonos que me tele trasportaban a mi propio mundo onírico,
trajeron con ellos los antídotos que lograrían efectuar tal tele transportación
Adele y Coldplay, ellos se encararon de darle emoción a mi vida, fueron el
reparador que se encargó de llevar oxígeno a mis pulmones.
Seguí en el mismo instituto, el único que se portaba mal
era el mencionado Bravucón, decidí resignarme, un solo zumbambico en mi espalda
molestando todo el tiempo, podía sobrevivir a eso. El último año de clases bajó
la intensidad de agresiones, las limitó al medio verbal, sus chistes sobre mi
empezaron a desvanecerse y durante los dos últimos dos meses de clase su presencia
en mi vida esfumó.
A pesar de que hizo de mi paso por ese colegio un
infierno y que por momentos logró que regresara al pasado, a odiarme, querer
morir entre otras cosas, pude ver durante esos dos mese arrepentimiento sincero
de su parte, podía ver incomodidad para verme a la cara, mi comportamiento
hacia el cambió, el jamás me lo pidió, pero sabe que de mi parte hubo perdón,
yo se que jamás el olvidará lo que hizo, pude ver que tenía conciencia, el
destino se encargará de hacerlo reflexionar y pagar lo que hizo.
Terminó el colegio, llegó la universidad, con ella la
pereza junto a la mala alimentación, el sedentarismo llegó a su máximo nivel,
mi vida se empezó a enredar de nuevo, empecé a engordar más de lo normal, mis
ideas quería hacer de todo menos organizarse, la economía familiar iba de mal
en peor, no me hallaba, me sentía perdido en el sistema educativo, me enamoré
perdidamente de la que creí sería "la madre de mis hijos", nunca el caos fue tan
enorme y la metástasis explotó liberando los fantasmas del pasado.
Decidí dejar la universidad por diferencias personales
con la misma, mi relación con la chica se terminó de buena manera, fue acuerdo
mutuo, por el bien de los dos, pero eso me rompió el corazón, sentí que hasta
ese momento solo había desperdiciado mi vida, casi que para ese momento solo me
alimentaba de azúcar y alcohol.
Me sentí un perdedor que regresa a casa para retomar lo
que es, un parásito pegado de sus padres. Debo decir que todo en la vida se
borra, menos una cicatriz mental. Recaí, mi habitación se tornó oscura, cerré
las ventanas y las cortinas para no volverlas a ver la luz, me perdí, me fui,
morí por un año, solo tengo recuerdos vagos, efímeros flashbacks que me dan una
pequeña idea de lo que fui, no solo la tusa se apoderó, la depresión llegó para
exterminar la poca autoestima que había ganado, recordé todos los insultos que recibí
por ser gordo, desde el niño que se toma toda la sopita, pasando por los
realmente agresivos a hirientes, el bullying, el rechazo, la realidad, me
hundía cada vez más.
Comí, comí y comí, no estuve sobrio un solo día, jamás
sentí adicción por el alcohol, pero con mi ex habíamos conocido al padre de un
coleccionista y distribuidor, tenía un club de alcohólicos, razón por la que lo
único que le regalaban era eso, el a escondida de su padre nos regalaba lo que
le pedíamos y llegué a la casa de mis padres con diez litros de vodka, así que
me dedique a tomar poco a poco a lo largo de mis días. Intenté fingir una
realidad inocua para no aparentar la perdición que me poseía frente a los
demás, logró pasar desapercibida.
Mi cara se brotó, todo el acné que salia lo arrancaba con mis uñas de manera inconsciente, llenando mi rostro de cicatrices. La ropa dejó de servirme, me vi muy mal, me desilusioné y
eso hizo hundirme aún más.
Aquí pongo el punto aparte de hoy, la otra semanas les contaré después de llegar tan hondo, cómo logre sobrevivir al intentar salir a la superficie.
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